Galopando en sanas risas
se quebró el niño la espalda;
y sin soldarle la vida
lo tumban en una cama.
Ya el padre en el cuarto entra
cargado de puercas nanas...
Puerca nana I
Tú, que entendiste
que se quiere manoseando.
Tú que hiciste comunicación
de caricias y arañazos;
tú que fuiste inocente
en tus odios y amando;
tú que no incurriste
en matanzas de alejados,
esos que rezaron palabras
para engañarse cercanos;
tú que entendiste
que para decir las manos,
—lo exacto en ellas,
pensamiento encarnado—,
viva tienes la vida
y muerto el tacto.
Tú, que entendiste
que se quiere manoseando.
Puerca nana II
No son pensamientos
las palabras.
Ni dicen.
Ni callan.
Para hilarte amores,
niño de espalda quebrada,
no me queda otro amaño
que empeñarme en palabras;
y ni digo
ni callo.
Te adoro y parentelas,
aduanas en el alma
que empobrecen por poco
o por mucho engalanan;
pero que ni dicen,
ni callan.
Mientras sanas procuremos
utilizar tres palabras,
mirarnos a lo profundo
de los ojos y rebosarlas
de aquello que no dicen,
de aquello que no callan.
Puerca nana III
Rota la vida, solo la distancia
cuentan que nos salva.
Si pudiera mi niño
de espalda quebrada
soldarte las mitades
que tienes separadas,
a la puta mierda
mandaba yo las palabras.
Pero te pulso el pulso
y los corazones no se encauzan,
pero te pulso el pulso
y me suena a menos que nada.
En ellas recaigo
—¡las tan odiadas!—:
a retorcer en torcidos versos
manos al pie de una cama;
a alimentarte, mi niño,
y alimentarme de migajas.
Puerca nana IV
Sonríes porque —tal vez—
te ha pellizcado una de mis nanas:
¡y ya tengo religión, ideología
bandera, consigna, patria!
Las otras —por hacer o hechas—
que tanto suman restas,
para los que digan con palabras.
Puerca nana V
Para recorrer el mundo: dos piernas;
que en avión, coche o tren: solo se llega.
Para amar el mundo: dos manos;
que en palabras: aquí andamos parados.
Puerca nana VI
¡A matar las palabras!
¡A propinar besos,
a perpetrar quereres,
a romper reglamentos,
ordenanzas y leyes!
¡A matar las palabras!
Ninguna estrella quiere ser
esta noche estrella humana
—¡Prendedle!, ¡prendedle!—
en su idioma claman.
Ya el padre se incorpora:
—¡No te volverás palabra!
Ya con manos temblonas
al niño la boca le tapa.
Ya las retira y se sienta
aturdido en la cama.
—¡Prendedle!, ¡prendedle!—
en su idioma claman.
Ya los alguaciles lo apresan.
Ya se sentencia el juicio.
Ya montado en un burro
lo conducen al patíbulo
colgándole del cuello
un sangrante aviso
—ahorcado antes de serlo—:
«maldito asesino».
Ya todas las estampas
este pobre ciego ha dicho.
.
4 Comentario:
Es maravilloso!!!
Cristo en pél taronges na Bel!!! los cuatro angelitos de esa cama cantan al unísono esas nanas.
Un beso inmenso.
Pues yo digo y sin callarme: Tremendo!
Besos.
antero te abrazo y...
Vas a la dura almendra de la moral y la partes. Antero poeta.
Salud
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