Llama madre a una fotografía.
Con maña relojera se atornilla las sienes,
se amarra los pasillos de la memoria,
rancios de babas alienígenas,
con tal de no secretar
más pensamientos
que los indispensables para el zapineo de la TV,
comprobar la fecha de los yogures,
dormir del otro costado
o levantarse a pasarle el plumero a aquella foto...
—joder, otra vez la fotografía—.
Algún día
deberá tirarla con más convencimiento
(o no rescatarla tanto de la basura).
.
1 Comentario:
Mientras no tenga que tirar de celo...
Besos.
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