Desmiga lluvias
la voz ladeada de aguardiente
del yayo Pepeíllo,
engalanado de pobre,
en su rostro de gitanaco jurásico
las huellas de los desprecios
y en su chepa orgullosa
cristalizadas primaveras de nieve.
«Yo he trincao a miles, niño payo,
y con hembras de cualquier color,
que las apartaba a manadas del empache,
y en Japón,
y en Hungría,
que yo he cantao en sitios de televisión».
Me fríe poetas y chorizos en sus mantecas,
los trastea al antojo del hambre
porque Pepeíllo es culto como su chabola
de barbarie y amor.
«Juventud, podrido tesoro,
te tengo para no volver.
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...».
Está
cansado de ser viejo,
el yayo Pepeíllo,
y lo recita como lo vive,
cobijado por las cuatro letras que chatarreó.
«Cómo se pasa la vida
cómo se viene la muerte
tan callándonos».
Y
se tose
alquitranes
en las palmas.
«Niño payo
qué miajas me quedan por cantar».
Está cansado de ser viejo
el yayo Pepeíllo.
Muy cansado.
.
1 Comentario:
qué maravilla Antero.
gracias por escribir. gallina de piel y lágrimas en las torceduras de los ojos.
abrazo amigo.
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