6/24/2013

Tatuajes

Vicente, Vicén, el «Nazi», se prendó de la dominicana de la clase de tercero B. Por su carcajada forastera. Por su sudor de chocolatina. Por los rizos que se sacudía en los no. Por cómo le ordeñaba arcoíris a comerse un bocadillo de mortadela. Por preferir muslo a pechuga. Y, esencialmente, porque una mañana, en el patio del instituto, el corazón y la polla de Vicente, Vicén, el «Nazi», se volvieron del mismo bando. Cuando el cipote arma escandalera todavía se le puede amansar con dos pajones, ¿eh, Vicén?, pero cuando lo que se te empina es el corazón, cuando se pinocha eso, no hay regate que valga.

Se la cameló dejándose greñas, nunca playa, siempre montaña, y a base de zancadas canijas, de galopadas tortugas, con tiento de no espantarse los mariposos de la ilusión, dos palmos palante, uno patrás, como se corteja a un Bambi matemático, durante once meses, que se dice pronto, y que a Vicente, Vicén, el «Nazi», se le volaron en dos Ducados.

Y follaron un abril, que la ocasión merecía un abril, en el cuartucho 23 de la pensión Ureña, con una rosa sobre la cama, condones de los caros, un casete de Richard Clayderman y las luces apagadas.

—¿Te avergüenza hacerlo con luz, Vicén?




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7 Comentario:

Anonymous dijo...

Qué bonito, Antero. Y qué tú.
Beatriz Boca

Le.chatnoir dijo...

¿Y qué escondía?! quintriga....

Besos.

miss desastres dijo...

Anterísimo

beso

Sarco Lange dijo...

Cuando has dicho condones de los caros me he dado cuenta de mi miserabilidad.

Un beso.

Lila Biscia dijo...

bragas y carcajada forastera.
abril se hizo para follar. espero que julio también, porque junio, vino demasiado iluminado, al pedo.

besos, antero.

María Góngora dijo...

ufff...

Menteinvisible dijo...

Leerte es como recordar el mundo previo a las mulatas,
Un abrazo