—Qué feliz soy.
—Me alegro.
—¿Y tú?, ¿eres feliz?
—Cuando te veo feliz reboso de dicha.
—¿Implícitamente estás argumentando que no eres feliz?
—¿Por qué has concluido eso?
—Porque solo eres feliz cuando yo soy feliz.
—Era una forma de cortesía, mujer. ¿No te gusta lo cortés?
—Lo cortés no quita lo mentiroso. Yo quiero que seas feliz a mi lado por tu cuenta, sin requerir por mi parte un mayor o menor grado de gozo.
—De acuerdo.
—¿Y bien?
—Bien ¿qué?
—Me cago en Dios, ¿eres feliz?
Enciendo un ducados. La puñetera no me quita la pupila de encima. He de responder algo.
—¿Puedo usar un comodín?
4 Comentario:
*pas encore
primero de todo, dar carpetazo a la feliZ-i-dad que me persigue*
Sublime!!!! ;)
Qué complicadas somos a veces...
tomate sus pastillas hormonales
Publicar un comentario