2/12/2017

El mundo explicado: astronauta

Astronauta. El astronauta requiere poca cosa, respirar muy de higos a brevas y alguna idea sobre motores. Al candidato, una vez cogido aliento, se le suelta al espacio y de no poner muy mala cara mientras flota es que sirve (1). Después se le viste con casco —que digan lo que digan el hábito hace al monje—, se le enseña su poquito de matemáticas, su poquito de inglés, a comer de lata, a mear en botellín —con embudo para ellas—, a no hacerse muchas pajas porque allá arriba encoge el seso, y el siguiente. También ayuda tener buen convivir y roce agradable (...).

Los mejores astronautas son los de Baracaldo. Por lo mucho que aguantan sin respirar. Si se les pone en los cojones pueden alcanzar hasta los dos meses largos (2). Los americanos también son canela fina. Y mejor hablados que los de Baracaldo.

De astronautas, y como en todo, hay de dos corrales; los que quieren serlo y los que no tuvieron otra escapatoria. Los primeros destacan por la positiva disposición de ánimo se les mande lo que se les mande, y los segundos por lo respondones y las permanentes ganas de tocar lo que no se inventó para sonar. Se aconseja encarecidamente que de tratar con astronautas baracaldeses se encuadren en la primera división.

No está feo ni mal visto ser astronauta. Quitando cuando se nos cagan en el portal. Pero como ya habrán adivinado ese puntazo gamberro y marrano viene más de la mala cabeza del sujeto que del oficio en sí, que igual se le podían haber cruzado los cables a un notario de Logroño con toda la buena fama que arrastran estos.

Astronautas famosos: Valentina Tereshkova, Neil Armstrong, Yuri Gagarin y Matías Poveda.



(1) de toser mucho y amoratarse el rostro se le traslada a oficinas, que buenos caldos se han hecho hasta de la carne de pescuezo.

(2) como lo atestigua el incidente protagonizado por Matías Poveda, que en enero del 2008, por un traspapelarse alguna orden o disposición, se lo dejaron olvidado 77 días en el cosmos, y cuando caídos en la cuenta regresaron a por él, allí seguía. Encabronado y vivo. «Organicen un sorteo o pidan voluntarios, pero como ustedes comprenderán yo no doy portazo a este asunto sin antes partirle los hocicos a alguien».








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1 Comentario:

P MPilaR dijo...

en esos andurriales de la astronautación cualquier ciego ve hasta palparse los higadillos
Ni un riesgo ni un susto que lamentar. Es cuestión decolocarse en línea de salida, enchufarse el casco antitermitas, rezar una jaculatoria y esperar
asperar, ná más

bss