Gatuno, orfebre y asonante,
se piensa, el viento, tus muslos.
* * *
Arraigaba el viento en el haldear de tu falda.
Se te hicieron hembra los muslos
corriendo como las locas
por la trocha del Parral.
Te acuclillaste frente a mí
y abriste las manos. Mortecino
aleteaba un polluelo de gorrión.
Como un nublado
me hiciste hombre los ojos;
ventados por la tormenta en ciernes
vieron la vida y la muerte siamesas.
Dictaste sentencia con las primeras noches:
«como ya somos novios
tienes que acompañarme a casa».
* * *
Hoy, habitando las últimas flacuras,
me he detenido en el arroyo de los Sapos,
donde arranca la cuesta del Parral. Atardecía.
Y te escuché reír como las locas.
Chris Killip |
2 Comentario:
Qué maravilla!
Qué bonito Antero. Una joyita más.
Petons
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