Un público difícil

—Sabía que me envidiaríais por haber bailado con ella. Para mi gusto un pelín pasado de perfume. Por lo demás, diosa. Ojillos chipirifláuticos, sonrisa fresca, cada dos por tres explotada, pelito corto delicioso, dejando a la vista lo suyo...
—¿Las bragaaaaas?
—¿Qué pasa, Pascual?
—Que dice que se le veían las bragas.
—No, el potorro, que se le veía todo el potorro.
—¿Y de qué color tenía los ojos?
—Este tío ha nacido con chiripa. ¿Os lo tengo dicho o no?
—Que no, la nuca, dejaba a la vista la nuca, pedazo de salidos.
—¿La nucaaaa?
—¿Qué pasa, Pascual?
—Que dice que no se le veían las bragas, que era la nuca.
—Entonces el potorro tampoco, ¿no?
—Pero y los ojos, ¿qué matices?
—Este tío se mete cada trola de cuidado. ¿Os lo tengo dicho o no?
—Iros al cuerno.
—¿Al cuernooo?
—¿Qué pasa, Pascual?
—La de la nuca que luego resultó que llevaba bragas, pues que se calentaron en los lavabos y luego le encasquetó la cornamenta con el primero que se le cruzó.
—¡En una noche! Las del potorro al aire tienen un peligro.
—Pues apuesto que oscuros tirando a castaños, ¿a que sí?
—Este tío es un vitorino de nacimiento. ¿Os lo tengo dicho o no?
—Os voy a zumbar a los seis una santa hostia.
—¿Que te zumboooó?
—¿Qué pasa, Pascual?
—La de la nuca que llevaba bragas y le ponía encelarlo con el primero que se le cruzaba, pues que luego volvió a por él porque le iba cascarle.
—¡Joder con la del potorro al aire, cómo me está poniendo!
—Entonces azules. No falla. Al ganado nórdico le va esas movidas.
—Este pavo se merece todas las hostias que le calcen. ¿Os lo tengo dicho o no?
—Me piro, paso de vosotros.
—¿Y pasó de tiiiii?
—¿Qué pasa, Pascual?
—La dominatrix que llevaba bragas y le ponía calentarle las costillas, pues que lo dejó atado a la cama en un motel de mala muerte.
—La madre que parió a la del portorro al aire, ¿te quedaste con su número?, ¿sabes por dónde rula?
—Por muy bonitos que tuviera los ojos...
—Si es que este tío se explica como un libro cerrado. ¿Os lo tengo dicho o no?




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