Jindrich streit |
De buhardilla en buhardilla hasta la mudanza final
La luna de agosto aspiraba a sol. Se sudaba con pensar en moverse. Las empapadas camisas de los músicos escalofriaban ingratas. Desertó la fresca de la noche dejando tras de sí una oquedad achicharrada, como horno recién apagado. Los pasodobles de la banda, pochos y cansinos, teñían las guirnaldas y farolillos con una pátina de maleficio. No llegaban a fantasmas los que por allí bailoteaban. Tampoco a vivos.
2 Comentario:
De esos que no llegan a fantasmas ni a vivos me gusta decir que están en la raya floja.
pues eso mesmamente
la pulquérrima mediastintas
ni semimuertos
ni semimediomuertos
-ni aun sangre en las venas-
bss
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