Su dulzura restalla como fusta. Quince años, pizpireta y mala. Cuando despierta de la siesta se pincha un dedo y se lame la sangre: aliño de brujas para enquistarse lo lindo. Por lo mismo, a media tarde, se friega las piernas con agua bendita, a la vista de don Tadeo, en la vicaría. Doma al viejo párroco con un guiño. ¡Tan bonita Satanás! Don Tadeo se arrodilla, temblón echa santiguos a la palangana y pide caridad.
—¿Te seco, ángel mío?
—No.
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Igor Scalisi Palminteri |
1 Comentario:
** al tonsurado lo linchen
a escupos//
de mal acierto**
-besos-
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