2/17/2016

España

—Disculpe, ¿me argumentaría su postura, por favor?
—Por supuesto. Y encantado de que me la demande. Veamos; te voy a meter una argumentación en toda la boca que te voy a poner la dentadura por peineta.

El otro día, currando en la tramoya de un mitineo muy tralará, una tipa remató su alegato contra la carcunda jurásica de este país con el Duelo a garrotazos. Venía a decir que nuestra derechona era como esa pintura, matándose a estacazos, despeñando cabras desde el campanario y llevando tatuada la efigie de Frasquito a la vera del amor de madre.

Abracadabra: vítores masivos.

Ninguna imagen, metáfora, fábula, alegoría, moraleja o romance de ciego volverá a definirnos hasta el tuétano de la osamenta como ese cuadro. En el siglo que quieras, traspuesto o por venir, en la dimensión temporal o espacial que elijas y sea cual sea la esquina geográfico-ideológica que pongas en relieve. A los peperos, a los podemitas, a los del Betis, a las asociación de vecinos de la barriada del Carmen, al club de petanca La Tercera Edad Jubilosa, a los animalistas, a los defensores de la tauromaquia, a los que se masturban la Historia con la zurda y a los que se la pelan con la diestra, a la clientela del fránfurt Gandía, a la peña culé e independentista de Benalmádena, Málaga, a los afiliados del Pacifismo Pacífico y a los prosélitos de la cocina de Ferran Adrià; todos hemos sido retratados por la portentosa mala leche del mayor creador que haya parido este país. Los ojos sordos de aquel genial maño radiografiaron el alma españolita para los siglos.

Mientras seamos conscientes de ello, mientras nos veamos reflejados en esa pintura, habrá esperanza. Esperanza de que un día, por fin, dejemos los garrotes en el suelo; que mi fe, mi ideología, mi concepción patriótica o mi puta costumbre de pelar el huevo duro por arriba o por abajo no puede ser una razón de odio.

Pero, ay, como no nos veamos reflejados, como no nos sintamos aludidos, como pensemos que en ese cuadro quedan identificados los vecinos del quinto, los de enfrente, los equivocados, los malosos malvados, entonces seguiremos siendo lo que somos y estando donde estamos. Condenados al odio como cabestros encelados. Estacazo tras estacazo. Siglo tras siglo.








Francisco de Goya y Lucientes

1 Comentario:

Anónimo dijo...


Olé tú, olé tú, porque sí, es así, ni coma que añadir, sólo que mecaguentoloquesemenea.

Bueno va, y un petó