4/11/2020

El optimismo sin entusiasmo

No le rías las gracias a la risa. La alegría
nunca quiso echarse a perder,
incurrir en fuego de artificio tan pinturero como fugaz
que funde en anillo nupcial el instante
que pudo haber sido eterno. 


***


Te grité —habían puesto por las nubes
a los Smiths— que el poema no nos haría libres,
que nuestra circunstancia no merece escoger
palabras y te propuse follar sin pedirnos
estrategias presupuestarias, probar la cálida
chabola. Quizá fuera la petante música,
el recuento de calderilla para otra cerveza, 
los atropellos de tipos muy ajenos, o esa edad 
incompatible con el tiempo, pero yo solo escuché tu sonrisa 
detenida en su punto exacto de cocción. Todavía 
hoy recuerdo tus sonrisas. Sabías salir derrotada 
desde todos los ángulos imaginables y sonreír
en una sola dirección: la de las heroínas 
que de tanto en tanto ganan sin perder el culo
tras la victoria. Por eso, y porque doctorabas
a tu carne, la poesía te pellejaba como látex.
Donde otros prescribían divanes y prozac,
tú te sacabas la chorra y firmabas vagancias, 
seguidillas que te entendían más que el útil frigorífico
tan indiferente a tus calenturas. En el número ocioso, 
me dijiste luego, en la calle, te cuento entre ellos.
Entre lo barato, el remiendo y el perro erecto. 
El hambre que nos sacia como rutina desbocada.
La nube que se deshilacha y entretanto ama.
Las venas donde maraña el ansia
y nuestros pellejos confines son desacreditados.
Y yo, que por entonces ya conocía todas las respuestas,
cerré el pico y traté de sonreír sin entusiasmo.









1 Comentario:

P MPilaR dijo...

Y en esas andábamos cuando l a pobre como real intuición llegó con un Asunto bajo el brazo
tonto
de
la
tontada esa
Y ya, oigan ustedes, que dicen que somos
L
I
B
R
E
S

O sea...

Bss