6/04/2018

Despropósito de enmienda

De mozo se metió en teologías y salió empitonado por tres sitios: una rapaz preñada en horas de confesión, una timba ganada a un obispo con muy mal perder y una pregonada borrachera a cuenta de la sangre de Cristo. Tanto enojaron aquellas fechorías a la autoridad vaticana que se le excomulgó aligerando trámites. No le escoció la sanción y olvidó el andurrial porque la cabeza sabe pensar por su cuenta y porque en el vivir, el vivir viene siendo lo primero. Aunque ya entrado en las penúltimas se le retoñaron las místicas, cosa muy propia de cuando se nos va acabando la cuerda, y de igual manera que aquel otro se secó los sesos del poco dormir y el mucho leer, a este se le averiaron las meninges de juntar el mucho vino con el mucho rezo. Se le puso en las ideas que le rondaban ángeles y otros organismos celestiales y que el gusto de tales seres por su compaña no podía traer otro propósito que el evidente: que le fuera restituido el uso de sus sacramentos. Las penúltimas pasaron a últimas, y estas a vencimiento, sin que las altas instancias a las que apeló con memoriales, petitorias y demandas le dieran réplica. Lo cual no quita que enredado en latines y legajos pasara distraído sus postreros años, convencido de merecerse tener razón, cosa que, como ustedes ya saben, y está muy estudiado por todas las ciencias —habidas, por hacer o ya deshechas— obra un buen apaño a falta de fe.








Pancho Tolchinsky

1 Comentario:

P MPilaR dijo...

los obispos eran de por sí chafardeo purísimo
les estuvo bien empleado no un empitona(miento): tres