1/18/2023

El esplendor caótico de tus palabras

A María Pilar Blanco Unzué
Volver a este blog ha sido reencontrarme con tus letras. Contigo. Trajinas
por él como ese amigo que tiene llaves de casa. Gracias por tu bondad.
Por tu compaña. Por atender la tontás de este tipo que nunca te echará
en el olvido.

Sobre un nicho hondo y tieso
ladra el cementerio
y la luna acude ya a tu boca.
Por última vez persigo el esplendor caótico
de las luciérnagas que se desvanecen
como fulgores de un ayer querido.
Sin ti, amiga, ¿siempre será tanta la noche?







4/11/2020

El optimismo sin entusiasmo

No le rías las gracias a la risa. La alegría
nunca quiso echarse a perder,
incurrir en fuego de artificio tan pinturero como fugaz
que funde en anillo nupcial el instante
que pudo haber sido eterno. 


***


Te grité —habían puesto por las nubes
a los Smiths— que el poema no nos haría libres,
que nuestra circunstancia no merece escoger
palabras y te propuse follar sin pedirnos
estrategias presupuestarias, probar la cálida
chabola. Quizá fuera la petante música,
el recuento de calderilla para otra cerveza, 
los atropellos de tipos muy ajenos, o esa edad 
incompatible con el tiempo, pero yo solo escuché tu sonrisa 
detenida en su punto exacto de cocción. Todavía 
hoy recuerdo tus sonrisas. Sabías salir derrotada 
desde todos los ángulos imaginables y sonreír
en una sola dirección: la de las heroínas 
que de tanto en tanto ganan sin perder el culo
tras la victoria. Por eso, y porque doctorabas
a tu carne, la poesía te pellejaba como látex.
Donde otros prescribían divanes y prozac,
tú te sacabas la chorra y firmabas vagancias, 
seguidillas que te entendían más que el útil frigorífico
tan indiferente a tus calenturas. En el número ocioso, 
me dijiste luego, en la calle, te cuento entre ellos.
Entre lo barato, el remiendo y el perro erecto. 
El hambre que nos sacia como rutina desbocada.
La nube que se deshilacha y entretanto ama.
Las venas donde maraña el ansia
y nuestros pellejos confines son desacreditados.
Y yo, que por entonces ya conocía todas las respuestas,
cerré el pico y traté de sonreír sin entusiasmo.









2/14/2020

Suda su nombre con todas las letras

Me acusan de no llamarlo amor
y se les escapa
que el atareo taciturno del artesano,
embebido, moroso y hormigante,
bautiza sin doblez, como
el inaugural latido,
como
el primigenio llanto.

Trabaja
la carne
de quien se ensortija en el otro cuerpo iletrado
y descascarilla contornos,
y viruta fronteras
—¿de qué otros pelajes desnudarse?—.
El opuesto
por fin
abrigo. Y a pesar de tal revelación,
del nuevo continente poblado,
el sudor pide acto
y la caricia, deslenguada,
pronuncia la palabra que aniquila el mundo.

Me declaro culpable de no llamarlo
amor.




Psiquiatría estética





Andrea Tomas Prato

9/01/2019

Al pasar la barca me dijo el barquero

Soy lo que parezco:
niña.

Sin embargo,
créeme,
no estoy peleada con la realidad.

          Ni me cansa.
          Ni me asusta.

Y aunque no cabe posibilidad alguna de que intimemos
nos saludamos con cortesía
cuando coincidimos en el ascensor.

Por eso te pido
que no te impongas la obligación moral de mentirme.

          No es necesario.

          Por favor,
          amor,
          no es necesario.

Con cada mentira tuya
crezco.








8/17/2019

La piedra Rosita

Tu familia es jeroglífico.
Incomprensible y queriendo decirme algo.
Como siempre la periferia del momento me atrae.
Me curro un mai en los lavabos.
No tarda en sumarse el Quim.
«No te imaginaba tan enrollado».
Regreso al patio.
Te sonrío la calderilla de los domingos en familia.
Críos a la carrera y desconocidos afables.
Apenas recuerdo 3 nombres.
Me conoces como si me hubieras parido.
Me dices «ven» y me enseñas tu habitación de cría.
También las tetas.
Uno rápido sobre tu camita mientras me chivas a la oreja que allí,
por primera vez,
te salivaste los dedos.
Regresamos al patio.
El Quim nos pilla de camino.
Que le peguemos un toque si hay fiesta.
Más correteos indultados.
Más cortesía hormonada.
Creo recordar un cuarto nombre.