Regateábamos el sol de la siesta
con astucia no milimetrada
presumiendo vadeables los horizontes inexplorados
que sedimentaban las sombras de nuestros padres.
Una tarde —¿a que la recuerdas?—
nuestros padres dejaron de serlo,
mutaron súbitamente en prescindibles.
Heredamos entonces arcanos,
trasteros,
patios,
descampados,
aprendimos lo que era el sol de primera división,
el que no juega ni se recrea. La luna.
Sus sombras.
.
3 Comentario:
Metereólogo de mi prisa, de mi pausa, Antero bájame el sol.
Beso.
Categórico Antero, pero griego, de ese claroscuro que chilla mudo.
Genial.
(la luna)
eso quiero apreneder...de lunas.
besos, solazo.
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