Matías, el Mati, con 12 tacos, se desolló los nudillos de hostiar.
Con 12 putos años.
Yo, por aquellas edades, me pajeaba con la foto del carné de la piscina que le chorré a la Tere. Y ese cabroncete, que no levantaba dos palmos del suelo, ya se había sangrado los puños.
Me llamó por el telefonillo.
—Baja, corre.
Bajo.
—He tuñado a un mendigo del puente Oñate. Cóscate de mis nudillos. El Tedy me lo achispó inflándolo a vinos. Lo he dejado con un pie pallá, no me separan y le mastico los hígados. He superado la prueba.
La prueba del Tedy. Matías se había matriculado en su tropa.
—Me ha mandado enseñarme a fumar. Y me ha dado veinte duros. ¿Pillamos un paquete de Marlboro?
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