mi vecino no se mata cuando lo arrojo por la ventana. El tío es un espíderman que se agarra a cualquier saliente o baranda y frena la caída. Lo he intentado todo. Desde engrasarle las manos a vendarle los ojos. Con el impedimento añadido de que tras tantas infructuosas tentativas anda resabiado y los procedimientos que en el pasado empleaba para asomarlo a la ventana —la idílica puesta de sol, la vecinita, un ovni, te invito a una fanta— ya no obtienen resultado. Tuerce el gesto, recula y no se me arrima.
No me cae mal mi vecino, pero para cojones los míos. Licenciado César, ¿cómo me sugiere afrontar semejante reto existencial y clausurar de una vez por todas este capítulo de mi vida?
Un sincero abrazo.
Abelardo76
Juan Giraldo |
1 Comentario:
*nada, que no hay nada a hacer*cuatro padresnuestros y cinco avesmarías en caso de que el vecino se empecine en descojoniarse de risas
P.S. el doctor Poco me da que es un poco meapilas.
No sé
bs
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